Nací en La Rioja y a los pocos meses, mi abuelo mojó una gota de vino en mi chupete y todos se rieron de cómo disfruté del sabor. Seguro que de esa forma desperté a la vida.
Estudié Historia y la Geografía, lo que me ha permitido escuchar mejor lo que me cuentan las viejas piedras y los paisajes de mi región. Mi amor por la cultura y los museos me llevaron a estudiar un máster en Museología, Archivos y bibliotecas, cuando acabé la tesis de licenciatura.
El destino puso la música en mi vida cuando me casé con el tenor Miguel Olano, también riojano. Durante 12 años interiorizamos los valores y las costumbres de la cultura italiana en la Toscana, a pesar de sus horarios y la rapidez con que los italianos toman los cafés.
Le agradezco a Italia haberme enseñado su saber vivir, sus buenos vinos y su concepto de la belleza. En Florencia fui guía cultural para los conocidos de mis amigos italianos y trabajé como guía en la Catedral de Florencia.
En esa época viajábamos por todo el mundo (San Francisco, Washington, París, Ginebra, Tokio…). Me encargaba de las relaciones públicas y de los viajes. Aproveché para conocer los principales Museos del mundo y aprender las historias e ideas de los grandes creadores y gestores del arte y la música. Decidimos regresar a La Rioja, porque decidimos fundar una familia, mientras mi esposo siguió con su carrera.
Cuando mis hijos se fueron haciendo independientes, monté mi propio negocio, basado en todo lo que había vivido y aprendido. Ser guía turística especializada en visitas privadas, siempre me ha atraído, porque hay una parte de mi personalidad que desea estar con la gente y mostrar la cultura de la tierra donde nací.
Doy gracias a mi abuelo por sembrar en mí la semilla de la buena vida riojana y a Italia por modelar mi gusto y sensibilidad, al vivir la dolce vita.